miércoles, 25 de junio de 2014

16.

Antes de ayer Don Patrick me encargó marchar a por una botella de ron antiguo, tan exquisito como delata el adjetivo, y sí, podemos percibir como antiguo del mismo modo al Don. 
El caso es simple, y no hay más que una rutina apaga-sueños, y con tal pureza se libra de mi sueño, el de poder ser libremente yo. Qué más puedo pedir de todo modo y toda forma, si dentro de mi normalidad, mi vida no es imposible, pero sí muy complicada de cambiar.
Marché diez minutos después de esta pequeña pausa mientras cincurvalaba el asiento del salón y varias estatuillas de piedra o roca, más bien piedra viva, o bueno, tal vez eso me decían ellas con los ojos; tal vez fuera yo el loco y ellas no me miraban con tal fijación incomprendidas.

Cuando cerré la puerta esta causó un estruendo diminuto pero a su vez inmenso, sentido y turbulento. 
La Señora Dorada vestía lujosa en un lugar apagado, rodeada de panaderos y criados que salen a comprar para sus amos. Ellos como yo, solo son esclavos. Durante un tiempo no me pregunté ni planteé nada de esto, pero no creo que esté bien a ser sincero. 

<Y volvió a soñar>

La sinceridad soy yo, la sinceridad somos nosotros, y que el mundo se pare, que yo me bajo, que quiero parar y contemplar mejor los días antes de que se marchen. No hay pasado, el pasado ya ha volado, y el hoy está pasando. No me entendéis, no me entiendo, no puedo orar porque no creo ni en las horas que se suceden conmigo y con mi aliento. Decidme por qué, explicadme este sentimiento, pues yo cesaré mi cielo y mi infierno, lo cesaré todo, pero debo amar el tiempo, a las constantes tensiones de mis cimientos. 

<Y el sueño despertó>
<Y los sueños soñaron>
<Y los sueños se adormecían>
<Y el sueño regresó de nuevo>


Circunvalaba el salón guardando su espacio a las figuras que me miraban y cobraban vida mientras yo sonreía, y ellas parecían hacerlo también, conmigo o sin mí, miraban fijas mis ojos al igual que yo los suyos. Como las gárgolas que desde fuera me saludaban antes de estallar y volar cerca del firmamento oscuro. 
Ven, dame tu mano y bailemos a la vez que paseamos por las calles de este, nuestro escenario. La estatua, me dio su mano y fingió un estornudo para no mirarme de nuevo. 
Y la estatua despertó. 
Y la estatua soñó.
Y la estatua se adormecía.
Y la estatua regresó de nuevo. 

<En las calles>

Más, en la calle la  Señora Dorada continuaba paseando mientras los criados y los panaderos continuaban danzando puros por ese otro escenario. 

<Y volvió a soñar>






El escenario que cada uno se construye es el válido. Estar pensando en los sin sentido de mis abrazos a una estatua, bailando y amaneciendo de nuevo a cada momento sin quererlo ni esperarlo. 
La perfecta ilusión que cada uno creamos es igual a la perfección que prometen los libros contando historias de amores esperanzados. Ideales de mentiras que sobreviven gracias a nosotros, y que también sin esperarlo, a veces nos dan abrazos cuando nos sentimos extraños. 


-Benavente. 

viernes, 13 de junio de 2014

Catorce y Quince.

Fabrizio Paterlini - Soffia La Notte/Night Breaths

http://www.youtube.com/watch?v=5WBjIfdwgb4&hd=1


Max Richter - Written On The Sky

http://www.youtube.com/watch?v=EH45A6ek45s&hd=1














13.

Cada tarde me mecía ante la duda de quién era, ante la duda de dónde estaba mi alter ego semejante. Las dudas abatían mi regreso, y mi regreso se escondía porque se sentía viejo. También cabía la vieja posibilidad de hallar camino en un vacío inmenso. Inmensos sueños se perdieron, y ellos pérdidos tampoco pudieron encontrarse. A su encuentro no ví nada, y con nada sonrío hoy tumbada en la cama.

Estábamos sobre el cielo, estamos bajo el cielo. Trazando líneas en un lienzo pasajero, atándonos a días que saben a refugio, llorando si no alcanzamos lo que queremos. Abrazándonos a precipicios sin motivo alguno, y cayendo al suelo más frío cuando estos nos sueltan. Amando los parques de frontón dónde jugábamos de pequeños, y enfrentando nuestros miedos que sin escrúpulos, amargan corazones sinceros.

Cuántos hablaron de dolor sin tener remota idea.Y yo les digo ahora: Pónganse ustedes en la piel de cualquier doctor de las Áfricas negras. Pónganse ustedes en la piel de una madre que no alimenta a sus pequeños por falta de dinero, pónganse ustedes en pieles de judíos en épocas de Hitler, pónganse ustedes en la piel de esos poetas asesinados. Pónganse ustedes en la piel de cada uno, y sabrán lo que es dolor.
Tal vez ustedes me aborrezcan por hablar con tanta frecuencia de nuestro dichoso amigo, pero el dolor es innevitable e imparable, constante y deliberante. Un pasajero que se encuentra en el primer asiento, abordo de nuestras vidas, esperando el mínimo choque para estallar. ¿Estallarán ustedes? 





-Benavente. 





domingo, 1 de junio de 2014

12.

Miles, millones de personas que guardan dentro de sí una voz que no dice nada. No dice nada. 
Y estoy aquí para contar lo que ellos callan, lo que ellos callan por miedo. Pero, ¿Miedo a qué? ¿A ellos? ¿A todos vosotros? ¿A ellos mismos? - No- ¿O tal vez sí? 
Tienes miedo, pero yo ya no tengo miedo. Sé lo que estoy haciendo aquí, sé que tienes miedo, y tu miedo los alimenta. 
Por eso, cuando estés jodido, cuando tengas en frente un puto problema, no te escondas, enfréntate a él.
Porque el miedo es una chuchería en manos de niños grandes, o mejor, dejémonos de chuches que ya somos mayorcitos.
El miedo es una bala con truco, -¿Cuál es el truco?- Preguntaréis. El truco está en la bala. Cuando disparas, la bala vuelve a ti, la bala te daña a ti, no a tu contrincante.
¿Eso quieres? ¿Dañarte, escupir tus propia sangre, caer rendido, sabiendo que tú has sido el culpable de disparar?
Eso ocurre con el miedo. Cada vez que tienes miedo, estás apretando a un gatillo en consecuencia.
Cada vez que tratas de huir del miedo, el gatillo se empuja automáticamente, disparándote, y lo hace porque tú lo has querido así.

Si tienes miedo, el resultado va a ser siempre un disparo poco efímero, sea como sea la situación en la que estés, de cualquier modo, el disparo acabará llegándote.
Las balas no se acaban hasta que tú le pongas fin a ello. Pueden ser interminables, o, pueden terminarse ahora. 



-Benavente.