domingo, 1 de junio de 2014

12.

Miles, millones de personas que guardan dentro de sí una voz que no dice nada. No dice nada. 
Y estoy aquí para contar lo que ellos callan, lo que ellos callan por miedo. Pero, ¿Miedo a qué? ¿A ellos? ¿A todos vosotros? ¿A ellos mismos? - No- ¿O tal vez sí? 
Tienes miedo, pero yo ya no tengo miedo. Sé lo que estoy haciendo aquí, sé que tienes miedo, y tu miedo los alimenta. 
Por eso, cuando estés jodido, cuando tengas en frente un puto problema, no te escondas, enfréntate a él.
Porque el miedo es una chuchería en manos de niños grandes, o mejor, dejémonos de chuches que ya somos mayorcitos.
El miedo es una bala con truco, -¿Cuál es el truco?- Preguntaréis. El truco está en la bala. Cuando disparas, la bala vuelve a ti, la bala te daña a ti, no a tu contrincante.
¿Eso quieres? ¿Dañarte, escupir tus propia sangre, caer rendido, sabiendo que tú has sido el culpable de disparar?
Eso ocurre con el miedo. Cada vez que tienes miedo, estás apretando a un gatillo en consecuencia.
Cada vez que tratas de huir del miedo, el gatillo se empuja automáticamente, disparándote, y lo hace porque tú lo has querido así.

Si tienes miedo, el resultado va a ser siempre un disparo poco efímero, sea como sea la situación en la que estés, de cualquier modo, el disparo acabará llegándote.
Las balas no se acaban hasta que tú le pongas fin a ello. Pueden ser interminables, o, pueden terminarse ahora. 



-Benavente. 

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