miércoles, 28 de mayo de 2014

10.

Encontrarse cada noche con 

nuestro amigo clandestino, 


llorar por la pérdida si se va


al amanecer,


y si las madrugadas son de


un fino lino, 


el niño desaparece a
unque 


tú lo puedas ver.





Me encontré con el odio, y lo saludé mientras me iba. 

Iba de camino a un lugar llamado ira.


Irá a llorar él, ahora que me arropa la brisa.








-Benavente. 

9.









Doña Angustias esperaba sentada en el sofá de invitados. Parece algo inquieta, y mientras contonea sus rodillas como símbolo de desasosiego, me adentro en la sala para ofrecerle un té como hago de costumbre. El tiempo se detiene unos instantes, pero miro el reloj para asegurarme de que no llegaré tarde a la cita con el Archiduque. 
La Doña me contempla con unos ojos abiertos como platos, y yo de pie trato de mantener la compostura cuando las manos empiezan a temblarme de estupor sin yo quererlo.
Ella rechaza el té, y de pronto se alza en dirección al baño. Cuando camina se vé tan bonita y singular, con una belleza que ni las niñas de veinte podrían lucir. 
Quieto en el salón, sigo observandola mientras se va. Al poco, el sonido de un disparo recorre en breves la estancia. Todo el mundo está alterado, sobretodo yo, a pesar de que mi frialdad no lo denote. 
Caminando a pasos agigantados, voy a informar al Señor Marcus, el atractivo hijo mayor de la familia Mercredi. Con él la Señorita Morgane, su magnífica esposa casi o más bella que él. El Señor besa a su Señora, y conmigo se acerca a la habitación 13, lugar foco del disparo. Para nuestra sorpresa, encontramos a Doña Angustias tirada en el suelo, semi descuartizada, y envuelta en sangre de su propia cosecha.

No era supersticioso, no hasta hoy.





-Benavente. 

8.

Ya allá a las doce y pico de la madrugada, en medio de una noche dónde las farolas lucen arbitrariamente, me encuentro aquí, o tal vez allá. 
Las calles humedecidas dejan entrever el reflejo de los coches que se encuentran con el asfalto. El agua salpica, y ni sus gotas cubren la fragilidad de los días; ni de las noches como esta.

Las cartas reemplazan la compañía de un amigo, el alcohol y la droga se unen a mi particular fiesta dónde la luna es testigo. 
Y dibújame, le pido a ella. Dibújame soñando contigo, hablando contigo, sintiendo el frío contigo. Dibújame abrazándote, y déjame sentir desde tu piel de piedra, que hasta las piedras se sonrojan al poder querer, al saber querer, al ser mi querer. 
Sed de dibujar, sed de ser dibujada. Al igual ocurre con la famosa fábula del 'Querer y ser querida', y sin embargo, me limito a buscarte en un retrato. 
El retrato de una fantasía. El retrato de la chica que amaba a la luna.

Y ya allá a las doce y pico de la madrugada, en medio de un sueño, me encuentro aquí, o tal vez allá.


















-Benavente.

viernes, 23 de mayo de 2014

7.

Yo estaba allí. Lo recuerdo como si fuera ayer.
Las noches convirtiendose en el más puro dolor que cualquier ser vivo de este planeta, o de cualquier otro, pueda imaginar. Lo viví, y fue real, sé que fue real. Aquel espejo era real, aquel lugar era real, aquella imagen era real, aquel sueño era real.
Todavía siento escalofríos al recordarlo, y no es difícil sentirlos cuando la frígida nostalgia te invade. Un frío inmenso me arropó, vino y me cubrió con su aliento. No es complicado deducir qué pasó después de aquel mal trago: Ello me tragó a mí.

Daban las dos y media de la madrugada, en un martes que a penas acababa de comenzar, y allí, en mi cama -como cada noche-, me fuí a hacer un intento por descansar unas horas. Unas horas, o eso creíamos mi subconsciente y yo. Es entonces, cuando caí rendida al sueño.








Es por la tarde. Voy a marcharme un rato a la oficina, que llego tarde, como de costumbre. Y yendo de camino, cómo no, mis ojos se topan con unas enormes y sorprendentes montañas que están justo en frente de mí. Si estiro las manos podría capturarlas por unos instantes, y lo que es más podría sentirlas mías. Mi embelesamiento cesa cuando mi aura nota una presencia cerca. Me giro, y veo cómo un hombre de avanzada edad, mayor, camina hacia mí desde una colina, sobre un camino rodeado de una densa niebla. El hombre, conforme va acercandose, desaparece, pero a los segundos reaparece en un tramo del camino más cercano a mí. Mi reacción consiste en sentir un conjunto entre pánico y miedo.
Al día siguiente, despierto en un lugar totalmente distinto. Cuando abro la puerta de la casa en la que estoy, veo lo que parece ser un campo, y sin querer, mis pies dejan de sentir la tierra. Estoy flotando, ¿Estoy volando? 
Cruzando el horizonte mientras el viento me da en la cara y la velocidad recorre mis huesos, llego a mi destino. Llego al día de ayer, al momento en el que me desvanecí, llego al camino que se dirige a la montaña. Puedo verme, y un espejo si pudiera hablar, ahora mismo, diría que tengo aspecto del peor de los monstruos, porque soy un monstruo.
Puedo verme, puedo verme asustada, pero no huyo despavorida, y eso me enorgullece. No hago nada aquí, debo estar dentro de mí de nuevo. No soy yo sin mí, esta vez sólo necesito estar dentro de mí. Mis ansias se introducen en mi cuerpo, en el día de ayer, junto a las montañas, esperando a aquel espectro. 
La angustia me envuelve cuando sé que ese espíritu en forma de hombre, me cubre intentando poseerme.

Entonces despierto. Sé que está aquí.


-Benavente. 

6.

El despojo del ser humano, una piel que oculta lo que en realidad somos.

La rabia oculta tras varias capas de piel, y como el ozono con su dióxido de carbono, los sentimientos están repletos de naúseas. Cuesta creer que ya no queramos ver. 
Ahogándonos entre masas de ignorancia, perdemos el control, y lo que es más, el sentido de la verdad. 
¿Qué sentir cuándo las olas de incertidumbre te llevan mar a dentro? ¿Qué sentir cuándo la corriente no te deja volver al punto de partida? 
Una frustración que no deja hueco ni cabida para pensar. Bloqueo mental que deja a las neuronas en un blanco estado de coma, es por ello que son un fácil blanco para que los pájaros vengan y las coman.

Celo a modo de parches si suspiramos, alcohol a modo de néctar inyectado en las heridas más profundas, gritar a pleno pulmón a modo de anestésico. Más no podemos seguir ni aquí, ni así. Cambio a modo de cambio, paulatinamente e increpando. 
Camino porque si no camino, este estanque y sus peces se alimentarán de mis enemigos restos. 
Ni ese dios del que hablan podrá salvar a las cenizas en llamas, cuando ya abatidas, contienen su drama. 
Somos frágiles pero consistentes piezas de un diafragma, que día a día, tropieza con la disolución del magma. 
No somos soluciones de rompecabezas, y nos rompemos la cabeza con tal de estar así serenos. Aunque ni las sirenas nos calman; ojalá todo fuera tan sencillo como embelesar a marinos y piratas. 

El despojo del ser humano, una piel que oculta lo que en realidad somos. 

Márchense ya si lo que buscan es un paradigma de claridad. La oscuridad nos ha tomado, y no se pueden cruzar infiernos sin cometer asesinatos. 



-Benavente. 

jueves, 22 de mayo de 2014

5.

Estamos solos.
Sí, solos todos.
Sí, todos solos.

Mírame a los ojos y dime
si crees que miento,
mírame a los ojos y dime
con el corazón sincero,
que no es esto verdad.

Hablamos con los labios
de forma ocular,
ocultando los miedos,
y apartándonos del silencio
que estos nos pueden crear.

Soy injusta y te pido el cielo,
pero tú no me lo das,
y a cambio vienes a cuclillas
para entregarme el mar.

Estamos solos.
Sí, todos solos.
Sí, solos todos.

Mírame a los ojos y dime
si crees que miento,
mírame a los ojos y dime
con el corazón sincero,
que no es esto verdad.

Hablamos con los versos
de forma angular,
cada ángulo de la esquina
de mi cuarto,
sabe que tengo las de ganar.

Estamos solos.
No, solos pocos.
No, pocos solos.


Mírame a los ojos y dime
cuándo crees que miento,
mírame a los ojos, di que
esto no es verdadero,
y mi corazón sincero e
injusto se irá.







-Benavente.

lunes, 19 de mayo de 2014

4.

El licor de limón se funde entre 
tus dedos, 
y ya me da igual, 
el alcohol se va contigo, los 
sueños vuelven a mí. 

Me he ido. 
Me fuí.
He vuelto. 

Tus canciones melancólicas 
han hecho estallar mis tímpanos, 
y ya me da igual, 
la melacolía se va contigo, los
cielos vuelven a mí. 

He vuelto. 
Me fuí. 
Me he ido. 

Las palabras hoy aquí, 
mañana allá,
y ya me da igual, 
el amor es una metáfora, los
estúpidos nosotros dos. 

Me fuí. 


Me voy. 


El licor de limón se funde con los
pájaros,
y se agota como la poesía del
lunes cuando anocheció. 


-Benavente. 

lunes, 12 de mayo de 2014

3.

A qué esperas cuando no esperas nada, cuando la inquietud te cansa, 
y el eco del vacío divisa un naufragio. 

No esperas cuando no te queda nada, 
la frialdad amanecía cálida, 
y yo amanezco en el pecho con un vacío. 

La espera mata al inconsciente, 
y la conciencia ya me mató hace años. 

~

El pago por soñar es caro, 
pues me costó demasiado lo de ser
una soñadora en paro. 
Estudiando dónde no puedo ver
más allá de un ayer. 

La virtud de sentir un amor incontrolado 
hacia la vida, 
vió su fin y el cielo me susurra 
deseando hacerme volver. 


~


A qué esperas cuando no esperas nada, 
si las calles barren tus esperanzas, 
si cuando me gritas, sólo escucho 
silencio. 




No esperas cuando no queda nada, 
si cuando te grito, resuena el alma
y tiemblan mis cimientos. 

La espera salva al inconsciente, 
y a mí ya me salvó hace años. 


- Benavente.