El despojo del ser humano, una piel que oculta lo que en realidad somos.
La rabia oculta tras varias capas de piel, y como el ozono con su dióxido de carbono, los sentimientos están repletos de naúseas. Cuesta creer que ya no queramos ver.
Ahogándonos entre masas de ignorancia, perdemos el control, y lo que es más, el sentido de la verdad.
¿Qué sentir cuándo las olas de incertidumbre te llevan mar a dentro? ¿Qué sentir cuándo la corriente no te deja volver al punto de partida?
Una frustración que no deja hueco ni cabida para pensar. Bloqueo mental que deja a las neuronas en un blanco estado de coma, es por ello que son un fácil blanco para que los pájaros vengan y las coman.
Celo a modo de parches si suspiramos, alcohol a modo de néctar inyectado en las heridas más profundas, gritar a pleno pulmón a modo de anestésico. Más no podemos seguir ni aquí, ni así. Cambio a modo de cambio, paulatinamente e increpando.
Camino porque si no camino, este estanque y sus peces se alimentarán de mis enemigos restos.
Ni ese dios del que hablan podrá salvar a las cenizas en llamas, cuando ya abatidas, contienen su drama.
Somos frágiles pero consistentes piezas de un diafragma, que día a día, tropieza con la disolución del magma.
No somos soluciones de rompecabezas, y nos rompemos la cabeza con tal de estar así serenos. Aunque ni las sirenas nos calman; ojalá todo fuera tan sencillo como embelesar a marinos y piratas.
El despojo del ser humano, una piel que oculta lo que en realidad somos.
Márchense ya si lo que buscan es un paradigma de claridad. La oscuridad nos ha tomado, y no se pueden cruzar infiernos sin cometer asesinatos.
-Benavente.
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