Encontrarse cada noche con
nuestro amigo clandestino,
llorar por la pérdida si se va
al amanecer,
y si las madrugadas son de
un fino lino,
el niño desaparece aunque
tú lo puedas ver.
Me encontré con el odio, y lo saludé mientras me iba.
Iba de camino a un lugar llamado ira.
Irá a llorar él, ahora que me arropa la brisa.
-Benavente.
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