miércoles, 28 de mayo de 2014

9.









Doña Angustias esperaba sentada en el sofá de invitados. Parece algo inquieta, y mientras contonea sus rodillas como símbolo de desasosiego, me adentro en la sala para ofrecerle un té como hago de costumbre. El tiempo se detiene unos instantes, pero miro el reloj para asegurarme de que no llegaré tarde a la cita con el Archiduque. 
La Doña me contempla con unos ojos abiertos como platos, y yo de pie trato de mantener la compostura cuando las manos empiezan a temblarme de estupor sin yo quererlo.
Ella rechaza el té, y de pronto se alza en dirección al baño. Cuando camina se vé tan bonita y singular, con una belleza que ni las niñas de veinte podrían lucir. 
Quieto en el salón, sigo observandola mientras se va. Al poco, el sonido de un disparo recorre en breves la estancia. Todo el mundo está alterado, sobretodo yo, a pesar de que mi frialdad no lo denote. 
Caminando a pasos agigantados, voy a informar al Señor Marcus, el atractivo hijo mayor de la familia Mercredi. Con él la Señorita Morgane, su magnífica esposa casi o más bella que él. El Señor besa a su Señora, y conmigo se acerca a la habitación 13, lugar foco del disparo. Para nuestra sorpresa, encontramos a Doña Angustias tirada en el suelo, semi descuartizada, y envuelta en sangre de su propia cosecha.

No era supersticioso, no hasta hoy.





-Benavente. 

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